El enésimo agravio al trote
ARTÍCULO DE CAROLINA BERMEJILLO, DOCTORA EN DERECHO DEL JUEGO.
A las 18:30 del 27 de mayo de 2020 debería haberse celebrado la primera competición deportiva tras el parón provocado por la pandemia del COVID-19. La Federación Balear de Trote y el Institut del Esport Hípic de Mallorca llevaban semanas trabajando para poder disputar una jornada de carreras soporte de apuestas internacionales de PMU, como llevan haciendo desde la temporada 2010-2011. Sin un duro del Estado, claro, porque LAE... como que no cuenta mucho con ellos.
Baleares está en fase 2 desde el pasado lunes 25 de mayo, que es la fase en la que según el artículo 41 de la orden 414/2020 se permitirían competiciones deportivas profesionales a puerta cerrada (tal y como iba a ser esta jornada). Todos los profesionales y personal que iban a tomar parte en esta jornada habían dado negativo en el test del coronavirus. El hipódromo había sido desinfectado. Habían remitido el protocolo sanitario a las autoridades... Y, por supuesto, los caballos estaban entrenando, se habían realizado las matrículas... Y la jornada iba a ser soporte de apuestas, iba a ser retransmitida internacionalmente...
Hasta que el CSD tuvo a bien cancelarla con 18 horas y 40 minutos de antelación. Por email. Porque así se hacen las cosas en España. Con nocturnidad y alevosía.
El motivo: que ahora, al parecer, no se pueden celebrar competiciones hasta que no estemos en fase 3 y siempre dependiendo de la evolución de la pandemia.
Dicen que el 3 de junio (o sea, la semana que viene) vuelven las carreras de galope en San Sebastián, que también está en fase 2. Financiadas con LAE, que aún no les ha aprobado el calendario y que en cada jornada pierde... pues eso, mucho. Al año, casi el doble de los millones de españoles que se han visto afectados por un ERTE (entre los que no están los de la pública HZ, que se sepa).
Y yo voy y me lo creo.

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